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17 de octubre | 11am | Expedition
En el contexto de la crisis de desapariciones forzadas en México -particularmente en Jalisco, entidad con más de 15 mil personas desaparecidas, según cifras oficiales- han surgido iniciativas tecnosociales que buscan documentar e interrumpir los dispositivos de silencio y olvido. En ese marco se ubica Cartografías de la Ausencia, una plataforma digital que reúne los rostros de personas desaparecidas con el objetivo de producir memoria, interpelación y acompañamiento social. Este artefacto digital funciona como una infraestructura afectiva, un contraarchivo en el que la imagen no representa lo perdido, sino lo que insiste en reaparecer. A través de un uso táctico de los datos y la tecnología, transforma la visualidad del dolor en una estética de la resistencia.
Esta propuesta analiza dicho artefacto a partir de tres ejes teóricos. En primer lugar, se enmarca en el concepto de tecnologías para el bien común, entendido como aquellos dispositivos sociotécnicos que, más allá de su funcionalidad instrumental, operan como contramáquinas (Reguillo, 2025): ensamblajes que activan formas de resistencia afectiva y simbólica frente a las lógicas de deshumanización estatal. Los artefactos digitales pueden ser espacios de agencia política frente a la violencia estructural. En segundo lugar, se recupera la noción del rostro como territorio político en disputa, donde se inscriben las tensiones entre el borramiento institucional y la recuperación de la subjetividad desde las resistencias. Desde esta perspectiva, cada rostro reunido en el mosaico digital constituye una operación de desobediencia epistémica frente al régimen forense y estadístico. En tercer lugar, se analiza la ausencia como fuerza activa y potencia política: no como vacío, sino como latencia insistente que moviliza desde el dolor, sostiene la demanda de justicia y genera prácticas colectivas de memoria.
En el contexto de la crisis de desapariciones forzadas en México -particularmente en Jalisco, entidad con más de 15 mil personas desaparecidas, según cifras oficiales- han surgido iniciativas tecnosociales que buscan documentar e interrumpir los dispositivos de silencio y olvido. En ese marco se ubica Cartografías de la Ausencia, una plataforma digital que reúne los rostros de personas desaparecidas con el objetivo de producir memoria, interpelación y acompañamiento social. Este artefacto digital funciona como una infraestructura afectiva, un contraarchivo en el que la imagen no representa lo perdido, sino lo que insiste en reaparecer. A través de un uso táctico de los datos y la tecnología, transforma la visualidad del dolor en una estética de la resistencia.
Esta propuesta analiza dicho artefacto a partir de tres ejes teóricos. En primer lugar, se enmarca en el concepto de tecnologías para el bien común, entendido como aquellos dispositivos sociotécnicos que, más allá de su funcionalidad instrumental, operan como contramáquinas (Reguillo, 2025): ensamblajes que activan formas de resistencia afectiva y simbólica frente a las lógicas de deshumanización estatal. Los artefactos digitales pueden ser espacios de agencia política frente a la violencia estructural. En segundo lugar, se recupera la noción del rostro como territorio político en disputa, donde se inscriben las tensiones entre el borramiento institucional y la recuperación de la subjetividad desde las resistencias. Desde esta perspectiva, cada rostro reunido en el mosaico digital constituye una operación de desobediencia epistémica frente al régimen forense y estadístico. En tercer lugar, se analiza la ausencia como fuerza activa y potencia política: no como vacío, sino como latencia insistente que moviliza desde el dolor, sostiene la demanda de justicia y genera prácticas colectivas de memoria.